
Encontrar seguridad y una nueva vida en el lejano Japón.
Originario de la República Democrática del Congo, Masamba trabaja ahora en UNIQLO GINZA.
EL PODER DE LA
ROPA
Junio 2024 No.26
Deambulando por las calles con aspecto angustiado, oyó una voz que le preguntaba: "¿Pasa algo?"
La República Democrática del Congo, antigua colonia de Bélgica que desde entonces se ha independizado, está plagada de guerras civiles y malestar social, y un gran número de personas huye del país.
La opresión en su tierra natal hizo imposible que Masamba pudiera vivir su vida. Antes enseñaba geografía y matemáticas. Hace 16 años, su amigo funcionario le instó a buscar refugio en Japón.
Fotografía de Shinsuke Kamioka
Tras abandonar la República Democrática del Congo, donde nació, Masamba tomó una serie de vuelos que le llevaron a Japón. No tenía amigos ni familia, ni hablaba el idioma. Había reservado una noche en un hotel de Ginza, pero sabía que tenía que encontrar un lugar más barato donde alojarse mientras solicitaba el estatuto de refugiado, aunque no tenía ni idea de adónde ir ni de cómo iniciar el proceso. Era 2008, así que no tenía smartphone.
A la mañana siguiente, salió del hotel y arrastró su maleta por Ginza. Debía de parecer desorientado, porque un japonés se le acercó y le preguntó en inglés: "¿Pasa algo? ¿Estás intentando encontrar algo?"
Su rostro era amable, así que sonrió y respondió.
"Espero que pueda decirme dónde registrarme como refugiado en la ONU."
"Ya lo averiguaremos", le dijo el hombre y lo llevó de vuelta a la oficina de su empresa. Este hombre y sus compañeros de trabajo buscaron la dirección y llamaron por teléfono, luego le dieron una dirección en un trozo de papel.
"Aquí es donde tienes que ir", le dijeron. "¿Te parece bien coger el metro tú solo?"
"Llegué ayer. No tengo ni idea de cómo funcionan las cosas aquí."
"¿Tienes dinero?"
"Un poco."
"Vale, entonces dale esta dirección a un taxista, él te llevarán." El hombre le llamó un taxi.

Hablamos con Masamba en la zona de la tienda reservada a los empleados. Nos escucha con paciencia y nos habla con amabilidad.

República Democrática del Congo (Referenciado a partir de datos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Japón)
Situada en el centro de África, la República Democrática del Congo es el undécimo país más grande del mundo en términos de superficie. Los climas varían desde montañas glaciares en la frontera oriental hasta bosques tropicales, mesetas y cuencas en expansión. Situada en la cuenca del río Congo, la capital de Kinshasa es una ciudad moderna con una población comparable a la del centro de Tokio. La dictadura ha dado paso a la guerra civil y, según estimaciones de ACNUR, más de seis millones de personas han huido del país.
Historia
Posesión colonial de Bélgica en el siglo XX, obtuvo la independencia en 1960. Poco después, asesinatos y golpes de Estado dividieron la nación, que sigue desgarrada por los conflictos. Rebautizada República del Zaire en 1971, la República Democrática del Congo recibió su nombre actual en 1997, aunque persisten los disturbios políticos.
Economía
Uno de los países más pobres del mundo, aunque rico en recursos minerales. Según Mineral Commodity Summaries 2024, la nación ocupa el primer lugar a nivel mundial en depósitos de cobalto, el cuarto en cobre y el octavo en estaño, pero como la mayoría de las ganancias se destinan a conflictos armados, los civiles se benefician poco de esta riqueza.
Cultura
Con una amplia gama de grupos culturales e idiomas, así como la huella dejada por años bajo el dominio belga, y una población que es aproximadamente un 80% cristiana, este país no puede reducirse fácilmente a un solo símbolo cultural. El sistema educativo sigue plagado de problemas.
Choque cultural con los futones
Al llegar a Shibuya, Masamba intentó pagar el taxi en dólares estadounidenses, pero el conductor parecía disgustado y dijo: "No puedo aceptarlos". Pero era todo lo que tenía, así que el conductor le llevó a un banco. Mientras rellenaba los formularios de cambio de moneda, otro africano se le acercó. "¿Pasa algo?", le preguntó. Cuando Masamba se lo explicó, el otro africano le dijo: "Esta dirección es la sucursal de la ONU que proporciona ayuda a los refugiados, allí no puedes solicitar el estatuto de refugiado". Tras llegar a un acuerdo con el taxista, se dirigió con el africano a la comisaría más cercana.
El oficial de guardia le dio algunas instrucciones útiles. "Diríjase a la JAR (Asociación Japonesa para los Refugiados)", le dijo, luego le dio una nueva dirección y llamó a otro taxi. En la JAR, Masamba recibió instrucciones sobre cómo solicitar el estatuto de refugiado en la oficina de inmigración. También le dieron un mapa de Tokio, algo de información sobre la vida en la ciudad y le proporcionaron un lugar donde alojarse a corto plazo. En la residencia, se quedó perplejo al descubrir que no dormiría en una habitación con cama, sino en un futón colocado en el suelo de tatami. Nunca había visto un futón en su vida. Pero gracias a la amabilidad de unos desconocidos, su segundo día en Japón, un día muy largo, había llegado a buen puerto.
Escapar de una patria desgarrada por la guerra
Nací en 1975 en Mbanza-Ngungu, una ciudad del oeste del Congo. A unos 100 kilómetros al suroeste de la capital, Kinshasa, es la sede de la Universidad del Kongo y tiene unos 100.000 habitantes. Aunque el Congo ya se ha liberado de la dominación colonial, ha seguido sufriendo conflictos internos, asesinatos y golpes de estado, lo que ha provocado un gran número de muertes y un flujo constante de personas que abandonan el país.
En 2006 se celebraron las primeras elecciones presidenciales y parlamentarias, pero tras mostrar mi apoyo al partido de la oposición, empecé a temer por mi propia seguridad. "Será mejor que abandones pronto el país", me dijo un amigo que trabajaba en el gobierno, "o te detendrán".
Como la República Democrática del Congo era colonia de Bélgica, nuestra lengua oficial es el francés. La cultura europea me resulta familiar. Antes de salir del Congo, pensé en visitar los consulados francés y británico y solicitar un visado. Desgraciadamente, estaban abarrotados de gente que, como yo, se apresuraba a presentar las solicitudes, y se formaban largas colas a las cuatro de la mañana.
No había forma de saber si podría obtener un visado o cuándo. Así que pedí consejo a mi amigo funcionario. "No tienes tiempo para esperar. Coge esto y vete corriendo al consulado japonés", me dijo, entregándome un pasaporte de funcionario que había hecho para mí. Ese mismo día conseguí un visado para Japón y empecé a preparar mi viaje.
Como profesor de geografía y matemáticas, veía Japón como una sociedad avanzada de alta tecnología. Pero no sabía nada de la lengua ni de la cultura japonesas. Europa está llena de refugiados de África, pero nunca había oído hablar de alguien que buscara refugio en Japón. Pero ahora que tenía el visado, sabía que tenía que intentarlo.
Del estatuto de refugiado al empleo
He aquí un resumen de los pasos necesarios para obtener el estatuto de refugiado en Japón.
1. Solicitar el estatuto de refugiado
Tras entrar en el país, solicitar el estatuto de refugiado en la oficina de inmigración. Presentar los formularios, someterse a la entrevista y esperar los resultados.
2. Dirigirse a la Asociación Japonesa para los Refugiados (JAR) o a la Oficina Central de Asistencia a los Refugiados (RHQ).
Estas organizaciones ofrecen financiación para gastos de manutención, alojamiento y gastos médicos mientras los solicitantes del estatuto de refugiado esperan los resultados.
3. Actividades designadas
Obtener el permiso de residencia temporal para actividades designadas y esperar los resultados de la solicitud
4. Estatuto de refugiado
Las personas a las que se concede el estatuto de refugiado pueden trabajar y vivir en Japón. La RHQ ofrece un programa educativo de apoyo a la residencia que incluye enseñanza del idioma japonés, orientación sobre el estilo de vida y ayuda para encontrar trabajo.
5. Empleo
Los nuevos residentes perfeccionan sus conocimientos lingüísticos y su comprensión de la cultura laboral japonesa mientras buscan un puesto de trabajo. En la actualidad, sólo un subconjunto de empresas contrata proactivamente a personas a las que se ha concedido el estatuto de refugiado.
El pollo salteado abre puertas
Empecé a poner las cosas en orden. JAR fue muy amable y paciente ayudándome con todos los formularios. Con el papeleo completo, visité la oficina de inmigración, pero solicitar el estatuto de refugiado no fue tan fácil. Mi pasaporte de funcionario era un problema. Verás, mi amigo sabía que si hubiéramos utilizado mi nombre real, podrían haberme detenido al salir del país, así que en su lugar utilizó un nombre común que también resultó estar muy representado en el régimen político. Mi visado se había expedido ese mismo día porque había solicitado ir a Japón como funcionario.
A ojos del gobierno japonés, era contrario a las normas utilizar un nombre falso en el pasaporte, independientemente del motivo, lo que significaba que no podía solicitar asilo. Rechazaron mi solicitud y sólo me dieron una tarjeta de registro de extranjero. Pero esto no me daba derecho a trabajar. Sin el estatuto de refugiado pendiente, necesitaría hacer algún otro tipo de trámite si quería quedarme en Japón. Visitando el RHQ (Refugee Assistance Headquarters), me enteré de que había clases de japonés y obtuve todo tipo de ayuda.
Una de las cosas de las que me hablaron fue Kalabaw No Kai, una organización que ayuda a trabajadores extranjeros, inmigrantes y refugiados. No sólo ofrecían clases de japonés, sino también conferencias sobre cómo entender la cultura japonesa, a las que asistí con gran interés. Kalabaw No Kai me ayudó mucho, por lo que estoy muy agradecida.
Domino el francés, pero el inglés no me resulta fácil. Los organizadores se comunicaban con nosotros en inglés. Con mi nivel de inglés, era incapaz de transmitir la complicada situación del Congo o hablar de la trágica guerra civil o decirles a estas personas a qué atenerme.
En un momento dado, el Kalabaw No Kai organizó un festival que pretendía fomentar una mayor comunicación entre inmigrantes, refugiados, los organizadores y la comunidad. También esperábamos ganar algo de dinero cocinando y vendiendo comida. Yo me encargaba de hacer un salteado de pollo a la francesa, algo que me encantaba en el Congo. Entonces se acercó un profesor universitario japonés que estaba trabajando en un plato y me dijo: "Estos sabores me llevan de vuelta". Resulta que había comido comida así en Francia. "¿Sabe hablar francés?" le pregunté, utilizando el francés para iniciar una conversación. Este profesor sabía lo que pasaba en el Congo y entendía por qué me había ido, así que ayudó a los demás de Kalabaw No Kai a reconocer mi situación. Esto hizo que el grupo se sintiera aún más convencido de que se me debía conceder el estatuto de refugiado y, finalmente, conseguimos un abogado y llevamos el caso a juicio.
Cuando ganamos y me concedieron el estatuto de refugiado, llevaba siete años en Japón. Es difícil resumir cómo han sido estos años. Estoy muy agradecida de poder tener un trabajo estable en UNIQLO GINZA y de sentirme tan positiva respecto al futuro.
Tengo dos hijos. Uno tiene cuatro años y el otro siete meses. Criar niños es duro. Como mis hijos están creciendo en Japón, no han podido ver el Congo, ver sus raíces. El mayor habla lingala, una de las lenguas del Congo, además de inglés, japonés y francés. El inglés es su lengua fuerte. Su anime favorito es en inglés, así que eso te dice algo. Mi mujer se siente más cómoda con el francés. Se le da bien escuchar inglés, pero le cuesta hablarlo.
En Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo, el lingala es la lengua común. En el este se habla swahili. En el oeste es el kikongo, y en la región central, el tshilubà. Estas son las cuatro lenguas principales, pero si contamos las tribus, hay 450 grupos culturales. Entre ellos, el lingala es una lengua que habla la mayoría.
Como no tenemos libros de texto en lingala, nos aseguramos de hablar con nuestros hijos en lingala todos los días. No hacen falta libros para aprender palabras y aprender a hablar. Quiero que mis hijos sepan lingala porque creo que llegará el día en que volvamos al Congo.
Una cosa que no puedo olvidar de mi vida en el Congo es el clima. De donde yo vengo, en la región occidental, la tierra tiene un clima de sabana, refrescado por el mar. Es como el otoño en Japón, pero todo el año. Cuando los portugueses visitaron por primera vez el reino del Kongo en el siglo XV, llegaron por el oeste, a través del océano. El comercio de esclavos no llegó hasta el siglo XVI y, durante un tiempo, las condiciones comerciales fueron relativamente equilibradas. Pero en el siglo XVI, fuimos invadidos por los europeos; el comienzo de un oscuro camino a través de la historia.
Empecé a poner las cosas en orden. JAR fue muy amable y paciente ayudándome con todos los formularios. Con el papeleo completo, visité la oficina de inmigración, pero solicitar el estatuto de refugiado no fue tan fácil. Mi pasaporte de funcionario era un problema. Verás, mi amigo sabía que si hubiéramos utilizado mi nombre real, podrían haberme detenido al salir del país, así que en su lugar utilizó un nombre común que también resultó estar muy representado en el régimen político. Mi visado se había expedido ese mismo día porque había solicitado ir a Japón como funcionario.
A ojos del gobierno japonés, era contrario a las normas utilizar un nombre falso en el pasaporte, independientemente del motivo, lo que significaba que no podía solicitar asilo. Rechazaron mi solicitud y sólo me dieron una tarjeta de registro de extranjero. Pero esto no me daba derecho a trabajar. Sin el estatuto de refugiado pendiente, necesitaría hacer algún otro tipo de trámite si quería quedarme en Japón. Visitando el RHQ (Refugee Assistance Headquarters), me enteré de que había clases de japonés y obtuve todo tipo de ayuda.
Una de las cosas de las que me hablaron fue Kalabaw No Kai, una organización que ayuda a trabajadores extranjeros, inmigrantes y refugiados. No sólo ofrecían clases de japonés, sino también conferencias sobre cómo entender la cultura japonesa, a las que asistí con gran interés. Kalabaw No Kai me ayudó mucho, por lo que estoy muy agradecida.

Domino el francés, pero el inglés no me resulta fácil. Los organizadores se comunicaban con nosotros en inglés. Con mi nivel de inglés, era incapaz de transmitir la complicada situación del Congo o hablar de la trágica guerra civil o decirles a estas personas a qué atenerme.
En un momento dado, el Kalabaw No Kai organizó un festival que pretendía fomentar una mayor comunicación entre inmigrantes, refugiados, los organizadores y la comunidad. También esperábamos ganar algo de dinero cocinando y vendiendo comida. Yo me encargaba de hacer un salteado de pollo a la francesa, algo que me encantaba en el Congo. Entonces se acercó un profesor universitario japonés que estaba trabajando en un plato y me dijo: "Estos sabores me llevan de vuelta". Resulta que había comido comida así en Francia. "¿Sabe hablar francés?" le pregunté, utilizando el francés para iniciar una conversación. Este profesor sabía lo que pasaba en el Congo y entendía por qué me había ido, así que ayudó a los demás de Kalabaw No Kai a reconocer mi situación. Esto hizo que el grupo se sintiera aún más convencido de que se me debía conceder el estatuto de refugiado y, finalmente, conseguimos un abogado y llevamos el caso a juicio.
Cuando ganamos y me concedieron el estatuto de refugiado, llevaba siete años en Japón. Es difícil resumir cómo han sido estos años. Estoy muy agradecida de poder tener un trabajo estable en UNIQLO GINZA y de sentirme tan positiva respecto al futuro.
Tengo dos hijos. Uno tiene cuatro años y el otro siete meses. Criar niños es duro. Como mis hijos están creciendo en Japón, no han podido ver el Congo, ver sus raíces. El mayor habla lingala, una de las lenguas del Congo, además de inglés, japonés y francés. El inglés es su lengua fuerte. Su anime favorito es en inglés, así que eso te dice algo. Mi mujer se siente más cómoda con el francés. Se le da bien escuchar inglés, pero le cuesta hablarlo.
En Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo, el lingala es la lengua común. En el este se habla swahili. En el oeste es el kikongo, y en la región central, el tshilubà. Estas son las cuatro lenguas principales, pero si contamos las tribus, hay 450 grupos culturales. Entre ellos, el lingala es una lengua que habla la mayoría.
Como no tenemos libros de texto en lingala, nos aseguramos de hablar con nuestros hijos en lingala todos los días. No hacen falta libros para aprender palabras y aprender a hablar. Quiero que mis hijos sepan lingala porque creo que llegará el día en que volvamos al Congo.
Una cosa que no puedo olvidar de mi vida en el Congo es el clima. De donde yo vengo, en la región occidental, la tierra tiene un clima de sabana, refrescado por el mar. Es como el otoño en Japón, pero todo el año. Cuando los portugueses visitaron por primera vez el reino del Kongo en el siglo XV, llegaron por el oeste, a través del océano. El comercio de esclavos no llegó hasta el siglo XVI y, durante un tiempo, las condiciones comerciales fueron relativamente equilibradas. Pero en el siglo XVI, fuimos invadidos por los europeos; el comienzo de un oscuro camino a través de la historia.

Desde las medias hasta los arreglos, Masamba lo hace todo en el departamento masculino de UNIQLO GINZA.
De vuelta de los objetos perdidos
Algo que me encanta de Japón es lo tranquilo que es. Tanto si vas en autobús como en tren, los demás pasajeros no hablan tanto, sólo van a su aire. En el Congo, los autobuses y trenes son como una fiesta, con gente parloteando.
También es increíble cómo si pierdes algo en Japón, existe la posibilidad de que te lo devuelvan. Una vez me dejé el bolso en el tren. Tenía mi teléfono y mi cartera. Cuando me di cuenta de lo que había pasado, avisé al personal de la estación, que inició una búsqueda frenética, pero no lo encontraron. Más tarde, sin embargo, me puse en contacto con la oficina de objetos perdidos y me dijeron que habían encontrado mi bolsa.
Así que fui a recogerla y encontré mi teléfono y mi cartera dentro. No se habían llevado nada. No me lo podía creer. Estoy muy agradecida a quienquiera que la dejara. Si esto hubiera ocurrido en el Congo, sería seguro decir que la bolsa había desaparecido, y si alguna vez aparecía, estaría vacía.
Ayudar a los refugiados en el limbo
Empecé a trabajar en UNIQLO GINZA en 2017.
Así que ya han pasado siete años. Ahora mismo, me encargo de la ropa de hombre de las plantas octava, novena y décima. Pero también trabajo en la caja registradora, ayudo a los clientes en el probador, repongo las estanterías y hago el mantenimiento de la tienda. Gran parte del personal viene del extranjero. Es un trabajo ajetreado, pero muy satisfactorio.
Pude traer a mi mujer del Congo. Tuvimos dos hijos aquí en Japón. Tengo que agradecer a este trabajo la estabilidad y tranquilidad de que disfruta mi familia. Aunque venir a Japón fue prácticamente un accidente para mí, tengo la suerte de haber acabado en un lugar tan tranquilo y apacible.
Quiero servir a otros refugiados cuya historia sea como la mía. Cuando estás atrapado en el proceso de solicitud, es como vivir en el limbo. Cada día es incierto. No hay forma de saber qué pasará después. Quiero ayudar a esa gente, como una forma de devolver la amabilidad que recibí. Lejos de estar perdido, como en aquellos primeros días en Japón, he encontrado una comunidad de otros africanos, gente del Congo que vive aquí. Estas conexiones son una fuente crucial de apoyo.
Cada día me informo sobre la situación en el Congo. Si consiguen instaurar una democracia y estabilizar la situación, me gustaría traer a mi familia a casa. Espero que ese día llegue.


UNIQLO COFFEE en la duodécima planta de UNIQLO GINZA y UNIQLO FLOWER en la primera planta junto a la calle.
Cómo UNIQLO contrata a refugiados a través del programa RISE.
En un esfuerzo por aprovechar nuestros recursos como empresa de ropa, UNIQLO ha estado recogiendo artículos a través de cajas de reciclaje en nuestras tiendas, clasificando lo que se puede volver a utilizar y enviando ropa a campos de refugiados de todo el mundo, en respuesta a la demanda. Hasta la fecha, se han enviado más de 54,6 millones de artículos a ochenta países y territorios (hasta agosto de 2023).
El programa RISE (Refugee Inclusion Supporting and Empowerment) se puso en marcha en 2011. La idea es contratar proactivamente a refugiados en las tiendas UNIQLO. Para que las personas desplazadas encuentren un modo de vida estable en sus nuevos hogares, las oportunidades de empleo son cruciales.
En colaboración con organizaciones sin ánimo de lucro, UNIQLO realiza entrevistas para determinar las capacidades individuales. Todas las personas contratadas reciben formación sobre los valores de UNIQLO y los métodos de atención al cliente, así como cursos de japonés (o, si están en otros países, del idioma local).
Este marco de formación también incluye orientaciones para directivos, personal de formación y personal de tienda con la intención de fomentar un profundo entendimiento intercultural.
En abril de 2024, cuarenta y seis empleados con estatuto de refugiado trabajaban en treinta y tres tiendas de Japón. Esta tendencia se está extendiendo a nuestras tiendas de Estados Unidos y Europa, así como a las empresas de Fast Retailing Group. Considerar a todos los empleados como parte del mismo equipo, independientemente de sus raíces o ciudadanía, es parte integrante de la cultura de la empresa.
Incorporar a personas desplazadas a la plantilla de UNIQLO es una forma de hacer de la diversidad una realidad cotidiana.
Ayudar a la gente a vivir y trabajar en Japón: Sede de Asistencia a los Refugiados (RHQ)
La RHQ fue fundada por el gobierno japonés en 1979 como marco para acoger a refugiados del sudeste asiático continental (Vietnam, Camboya, Laos). Por mandato gubernamental, proporcionan diversas formas de ayuda a los refugiados, evacuados y solicitantes del estatuto de refugiado, con el objetivo de reasentarlos.
Quienes hayan entrado en Japón y solicitado el estatuto de refugiado y carezcan de fondos personales pueden optar a cuatro meses de ayuda monetaria para cubrir los gastos básicos de manutención, alojamiento y gastos médicos. Este periodo puede ampliarse en función de cada caso, teniendo en cuenta factores como la enfermedad o el cuidado de niños pequeños.
Mientras esperan a que se les conceda el estatuto de refugiado, a la mayoría de los solicitantes se les expide un visado para "actividades designadas" durante dos o tres meses. Las versiones de medio y largo plazo de este visado, que permiten trabajar, pueden requerir casi un año de espera. Sin el visado adecuado, el empleo no es posible, lo que hace que esta parte del proceso de solicitud sea la más dura para los refugiados.
La RHQ ofrece a los refugiados un programa educativo de apoyo a la residencia. Los cursos diurnos duran seis meses, mientras que los nocturnos son de un año y ofrecen enseñanza de la lengua japonesa y orientación sobre cómo vivir en Japón. Si alguien tiene dificultades para desplazarse a las clases, dispone de alojamiento a una distancia relativamente corta de las aulas.
La orientación sobre el estilo de vida ayuda a las personas a conseguir un seguro para sus hijos, prepararlos para entrar en la escuela y respetar las normas locales de clasificación de basuras. En este momento también se ofrece apoyo para la colocación laboral. La RHQ hace continuos llamamientos a las industrias y cámaras de comercio locales para que contraten a refugiados.
Antes, la mayoría de los refugiados procedían de Asia, pero en los últimos años cada vez son más los que vienen de Oriente Medio y África. Muchos de los que obtienen el estatuto de refugiado y participan en el programa de apoyo a la residencia llegan con títulos universitarios o de posgrado y tienen esperanzas de trabajar en diversos campos. Para ayudarles a compaginar su talento con el empleo, tenemos que crear una sociedad más receptiva a personas de diversos orígenes culturales, religiosos y sociales. Todo se reduce a que intentemos entendernos.
Más del 30% del personal de UNIQLO GINZA procede del extranjero. Hay muchas perspectivas diferentes.
El ambiente cambia de una planta a otra, ya sea en la cafetería de la duodécima planta o en la floristería de la primera. Thidar, miembro del personal, es un refugiado de Myanmar.

Thidar, que se ocupa de la planta de mujeres, aparece en la foto explicando UTme! a unas clientas curiosas.

A pocos minutos a pie del cruce de Ginza 4-chome, en Ginza 6-chome, UNIQLO GINZA cuenta con una plantilla notablemente diversa. De los 320 empleados, 110 proceden del extranjero (hasta marzo de 2024), y tres empleados fueron contratados a través del programa RISE.
Los días laborables por la tarde, las doce plantas de la tienda de Ginza están llenas de clientes de todo el mundo. Un reflejo de la diversidad de la plantilla.
Cada planta está organizada y decorada de forma diferente, pero toda la tienda está bañada por la luz natural, lo que hace que sea un placer recorrerla. La duodécima y última planta cuenta con un sencillo espacio de cafetería formado por una pared de sofás. Un lugar perfecto para tomar asiento y descansar del jet lag. ¿Esto es Ginza o Nueva York?
Buena pregunta. Escuche a los clientes charlar, y es probable que oiga inglés junto con muchos otros idiomas. Ver a los clientes sentirse como en casa y al personal ayudándoles confiere a la tienda un ambiente tranquilo.
En la quinta planta hay una estación UTme! donde se pueden hacer camisetas y bolsas originales a partir de las fotografías e ilustraciones favoritas. Thidar, que atiende el mostrador, fue contratada a través del programa RISE.
Solicitó asilo en vano
Thidar huyó de Myanmar a Japón en 2007.
Myanmar fue colonizado por Gran Bretaña a finales del siglo XIX. Posteriormente, el estado fue ocupado por Japón durante la Segunda Guerra Mundial. En 1948, tras la guerra, declaró su independencia como Unión de Birmania (que el gobierno militar rebautizó como Unión de Myanmar en 1989).
Myanmar ha sido escenario frecuente de golpes de estado y conflictos, y el régimen dictatorial continúa hasta nuestros días. La opresión y los conflictos armados dentro de Myanmar se recrudecieron en 2021 y, según ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados), más de 59.000 personas han buscado refugio en estados vecinos y más allá, mientras que más de 2,4 millones se han visto obligadas a reubicarse dentro del país.
Cuando la dictadura prohibió las manifestaciones civiles en 2007, Thidar, preocupada por su seguridad, se puso en contacto con su hermana y su cuñado, que ya vivían en Japón, y dejó atrás Myanmar.
Una vez en Japón, solicitó el estatuto de refugiada en la oficina de inmigración, pero se lo denegaron. Lo único que pudo obtener fue un visado para "actividades designadas". Los visados expedidos por el Ministerio de Justicia permiten determinados tipos de trabajo durante periodos que oscilan entre tres meses y cinco años. En el caso de Thidar, el suyo era de seis meses. Antes de que se cumpliera el plazo, podía acudir a la oficina de inmigración y someterse a una entrevista. Si su situación se consideraba excepcional, podía recibir una prórroga.
Thidar pudo renovar su visado de seis meses varias veces. Más tarde, se lo renovaron por períodos de un año. En su sexto año en Japón, finalmente le concedieron el estatuto de refugiada.
Mientras tanto, había trabajado en una hamburguesería y en un restaurante de yakitori. Al principio, como no sabía leer japonés, le costó aprender el menú y tomar los pedidos sin cometer errores. La interacción con los clientes le enseñó que, para vivir y trabajar en Japón, necesitaría un buen dominio del idioma. Un amigo la orientó hacia la fundación de asistencia social Support21, especializada en ayudar a los refugiados a ser independientes. También ofrecen clases de japonés, a las que empezó a asistir, dedicando gran parte de su tiempo libre a sus estudios.

Reunión matinal en la duodécima planta de UNIQLO GINZA. Fue una mañana especial, ya que celebraron el décimo aniversario de un miembro del personal.
Recomiendan UNIQLO en clase de japonés
Mientras se esforzaba por encontrar su camino, Thidar se enteró de que su madre en Myanmar había caído enferma. Como tenía que enviar dinero a casa para los gastos médicos, las cosas se pusieron muy difíciles económicamente durante un tiempo. Fue entonces cuando empezó a anhelar una fuente de ingresos más estable y un modo de vida más tranquilo.
Un día, su profesora de japonés le preguntó: "Thidar, ¿trabajarías alguna vez en UNIQLO?". Le gustaba la moda y le interesaba el trabajo. Thidar se tomó esta recomendación como una señal tranquilizadora de que sus conocimientos de japonés estaban mejorando. Support21 la orientó en la redacción de currículos y la cumplimentación de solicitudes, ayudándola a ponerlo todo en orden.
Una vez seleccionada por el programa RISE, Thidar se entrevistó con un profesor, que consideró que sus conocimientos de japonés eran adecuados. Poco después empezó a trabajar, al tiempo que asistía a clases especiales del programa RISE. Thidar dice que aún recuerda la mezcla de alivio y ansiedad que sintió.
Los programas de apoyo a los refugiados de UNIQLO se pusieron en marcha en 2011. La empresa, sus tiendas y su personal han adquirido una gran experiencia. Con el tiempo, ha surgido una filosofía: reconociendo que la experiencia de cada persona es diferente, se puede comunicar con los refugiados igual que con el resto del personal, sin un trato demasiado especial, para que se acostumbren a la naturaleza del trabajo.
Desde hace más de veinte años, UNIQLO también contrata proactivamente a personas con discapacidad. Este programa encarna una filosofía muy similar. Fomentar el entendimiento y la cooperación acaba por fortalecer el equipo de una tienda, mejorando la comunicación y, a su vez, la calidad de la experiencia de compra, una filosofía que se ha adoptado en toda la empresa.
Ciudadanía y espíritu empresarial
Thidar fue asignada a UNIQLO GINZA.
Al entrar en la zona exclusiva para empleados, vio que la señalización estaba escrita en hiragana y en inglés, para que los empleados que aún estaban estudiando japonés pudieran leerla fácilmente. Le tranquilizó que varios miembros del personal fueran también refugiados. Sobre todo, estaba encantada de trabajar en la industria de la confección.
Algo que la desconcertó al principio fue la frecuencia con que la gente empezaba a hablarle en japonés, por su aspecto. Hablaban como si ella supiera lo que decían, pero a veces no podía seguirles. "Perdone, ¿podría repetirlo?", preguntaba, cuando le echaban un vistazo a la etiqueta con su nombre y le decían "Ah, usted no es japonesa", y seguían hablando más despacio. A pesar de lo frustrante que podía resultar, no era del todo malo. Thidar agradecía que los clientes estuvieran dispuestos a seguir su ritmo.
En sus primeras experiencias en la asamblea matinal, sólo era capaz de captar el veinte por ciento de lo que se decía. Pero al pedir explicaciones a sus compañeros, era capaz de entenderlo. Cualquier cosa podía resolverse haciendo preguntas. Fue una revelación.
Aprendió mucho. Lo que supone reducir la basura plástica, lo importante que es reciclar la ropa y enviar lo que aún se puede llevar a los refugiados de todo el mundo. Trabajar en la tienda de Ginza le ha dado la oportunidad de aprender en el trabajo, adquiriendo conocimientos sobre los proyectos de sostenibilidad de UNIQLO.
En la actualidad, Thidar está considerando la posibilidad de solicitar la nacionalidad japonesa. Consulta a diario las noticias de Myanmar, pero las cosas no parecen mejorar. El personal de la tienda de Ginza es amable. Es un trabajo que merece la pena. Se ha acostumbrado a vivir en Japón. Ha encontrado una existencia estable. Su sueño es abrir algún día su propia tienda de ropa, un sueño que alimenta su deseo de obtener la nacionalidad.

Yuki Koda
Manager, UNIQLO GINZA
Las diferencias forman parte de la experiencia, pero todos intentamos enfocar las cosas desde una perspectiva positiva.
En UNIQLO GINZA recibimos regularmente a clientes de más de 130 países diferentes. Antes de venir a la tienda de Ginza, yo mismo trabajé en el extranjero como director de una UNIQLO en Nueva York. En Estados Unidos, no es raro que el personal esté formado por personas con raíces en Sudamérica, China, Europa, Asia o África. A veces hay un amplio abanico de conocimientos de inglés, pero está claro que todos se esfuerzan al máximo, así que la barrera del idioma no es un problema. Algo que he notado desde que volví a Japón es una intolerancia general hacia las pequeñas diferencias. Sin embargo, las críticas constructivas son buenas. Si enfocas las cosas desde una perspectiva positiva, es más fácil hacer ajustes. Así es como hago mi trabajo.

Takaya Nagai
Directora en funciones, UNIQLO GINZA
Construir un espacio global donde la nacionalidad nunca sea una preocupación.
En UNIQLO GINZA trabajan 320 empleados, de los cuales más del 30% son extranjeros. Todos los días les oirás ayudar a los clientes en japonés, inglés y chino, además de coreano, francés, ruso, tailandés, mongol o vietnamita, según el turno. Últimamente, los clientes utilizan aplicaciones de traducción, lo que reduce considerablemente las barreras lingüísticas. La base del servicio en UNIQLO es "sírvase usted mismo", dejando que los clientes se sientan libres para explorar la tienda. Si alguien necesita ayuda, le atendemos con cortesía y amabilidad. Queremos construir un espacio global donde la nacionalidad nunca sea una preocupación, ni para el personal ni para los clientes. Creo que esto confiere a nuestras tiendas una atmósfera ligera y desenfadada en la que cualquiera puede sentirse como en casa.
Reflexiones del personal de UNIQLO GINZA

Kayo (Japón)
Este es un lugar en el que me siento crecer. Aquí pude hacer mi trabajo incluso a los siete meses de embarazo.

Gerald (Filipinas)
Todos los días tengo la oportunidad de ejercitar mis conocimientos de inglés y filipino. Eso hace que el trabajo sea divertido.

Natalia (Rusia)
Hace aproximadamente un año, cambié una tienda de Shinjuku por UNIQLO GINZA. Me gusta conocer a clientes de todo el mundo.

Ayaka (Japón)
Comunicarme con personas de distintos orígenes y encontrar formas de apoyarlas hace que este trabajo tenga un significado especial.

Sasitorn (Tailandia)
Cuando oigo a la gente hablar tailandés, les saludo. Es un trabajo con mucho potencial de crecimiento.

Lin (China)
Tengo tres hijos. Trabajar y criar a los niños al mismo tiempo es duro, pero estoy preparada para el reto. Quiero hacer brillar la sala de ventas.

Yuiko (Japón)
Es divertido contribuir a crear un entorno positivo no sólo para los clientes, sino también para el personal.

El equipo está formado por el director de la tienda, el personal de formación, los veteranos de la tienda y los nuevos empleados de RISE.
UNIQLO GINZA
Dirección: |
1F-12F, Ginza Komatsu East Wing, 6-9-5 Ginza, Chuo-ku, Tokyo |
---|---|
Horario: |
11:00 – 21:00 |
Colecciones: |
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Mantener la dignidad humana, caminar juntos y ayudarse mutuamente.
Ayaki Ito
ACNUR, Representante en Japón

En las siete décadas transcurridas desde que se creó la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) para proporcionar ayuda y soluciones a los refugiados que escapaban de la devastación causada por la Segunda Guerra Mundial en Europa, la situación mundial de los refugiados ha cambiado significativamente. El número de personas obligadas a huir de sus hogares debido a conflictos, persecuciones, violencia o violaciones de los derechos humanos alcanza ya los 110 millones en todo el mundo.
En los países que acogen a refugiados, la generosidad hacia ellos está siendo cuestionada. Incluso los países que históricamente han servido como importantes fuentes de apoyo emocional y material a la causa de los refugiados se han enfrentado, en los últimos años, a dificultades para proporcionar una ayuda suficiente. En el siglo XXI también hemos asistido a un alejamiento de la cooperación internacional multilateral en favor de un unilateralismo replegado sobre sí mismo. Hoy en día, oímos con frecuencia la preocupación y la ansiedad de que los refugiados puedan provocar tensiones internas y causar divisiones.
Imagino que en Japón, cuando la gente oye la palabra "refugiado", muchos siguen sintiendo simpatía hacia ellos pero piensan que no hay nada que puedan hacer y lo perciben como un problema insalvable. Además, cuando la gente oye palabras como "guerra civil" y "política", puede pensar que es mejor mantenerse al margen del asunto.
El Japón de posguerra nunca ha vivido una situación similar a una guerra civil. Sin embargo, todos los japoneses pueden imaginarse una situación en la que de repente pierden sus hogares debido a desastres naturales, como un terremoto masivo, y tienen que vivir en una situación difícil tras la evacuación.
En este sentido, los refugiados no son tan diferentes. Son personas que tenían una vida normal pero que de repente se ven privadas de ella y obligadas a huir de sus hogares. Ponernos en su lugar nos ayuda a comprender mejor su difícil situación.

Como agencia humanitaria, ACNUR proporciona ayuda inmediata a las personas desplazadas en países azotados por conflictos, o en los países vecinos a los que huyen.
Pero esto no lo resuelve todo. En situaciones en las que las personas no pueden regresar a sus hogares, o en las que buscan una nueva vida en un lugar con un idioma y una cultura diferentes, los gobiernos nacionales y locales deben trabajar con organizaciones experimentadas para desarrollar estrategias que les ayuden y acojan en la sociedad. De lo contrario, los refugiados se verán rápidamente aislados e incapaces de ganarse la vida. A menos que reciban apoyo tanto del gobierno de acogida como de la sociedad en su conjunto, los refugiados no tendrán un futuro estable.
Tengo mucha fe en el poder del sector privado. Espero que más empresas sigan el ejemplo del programa RISE (Refugee Inclusion Supporting and Empowerment) de UNIQLO, que ayuda a los refugiados a ser autosuficientes. El programa sienta las bases para que los refugiados aprendan el idioma, la cultura y las costumbres necesarias para vivir de forma independiente y participen activamente en la mejora de la comunidad local como miembros activos de la sociedad. Profundizar en el entendimiento mutuo y elevarnos unos a otros tendrá efectos positivos mucho mayores de lo que podemos imaginar.
Una vez que los refugiados empiezan a trabajar y se hacen un hueco en la comunidad, la palabra "refugiado" se convierte en un identificador innecesario. Para mantener la dignidad humana, necesitamos apoyarnos y caminar unos junto a otros. Ayudando a los refugiados a demostrar plenamente sus capacidades, contribuimos a enriquecer nuestras propias comunidades en general.
Para mejorar y crear una sociedad sostenible, debemos construir una sociedad que acoja a los refugiados. Espero sinceramente que nos eches una mano.
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